lunes, 27 de enero de 2014

Entre Avenida Brasil, el Expreso Baldorioty y la deuda de Puerto Rico

Avenida Brasil ya se ha transmitido por gran parte del mundo y por fin llega a los Estados Unidos a través de Telemundo (mediodía hora del este). Vaya relato. Comienza con lo más escalofriante del abuso emocional infantil y se transforma en una historia de venganza. Ahora bien, no carece de ternura, amor, comicidad, intriga y el clasismo que hace una telenovela una telenovela. Ahora, añádanle picardía brasilera, sensualidad y la más avanzada técnica de filmación cinematográfica  y ahí esta Avenida Brasil. Uno nunca cree que se filma en un estudio de televisión. Todo parece ser grabado en exteriores. 

El doblaje al español es muy bueno. La sincronización de los labios es impecable. La técnica ha mejorado a pasos agigantados desde los tiempos de La Esclava Isaura original en los ochenta. Las voces tienen matices de grabación profesional y por ratos le restan espontaneidad al visual de la actuación. Hay cierta desconexión ahí que nos lleva a recurrir a la suspensión de la incredulidad.  Como telespectadores debemos pensar que los locutores del doblaje también están actuando e impartiéndole su interpretación dramática a la trama. Más que sobreactuación, recibimos doble actuación ya que viene de dos actores diferentes. Se refuerzan tanto la una a la otra que a veces se les va la mano con la gritería y el melodrama. Ahora, la trama no cae en lo trillado del melodrama  clásico a partir de las notas exageradas. Increíblemente, nos volvemos adictos al alivio emocional al bajar la nota actoral y nos quedamos pegaditos para la próxima explosión. Admito que las griterías y ñoñerías cómicas no me atraen tanto como la tensión romántica o al descubrirse una intriga. 

Dentro de la historia de venganza y justicia social, cabe resaltar la originalidad de los nombres de los personajes. Leleco, Muricy, MonaLisa, Olenka, Genesio, Noemia, Cleverson, Darkson y Tessalia son unos de los más pintorescos. Le ponen tropicalidad y calor humano a los personajes. A los que tenemos nombres raros nos alegra ver que no somos los únicos y que no todo el mundo en las novelas se llama Jimena, María Algo o Fernanda Aquello. Los nombres tradicionales tienen lo suyo en Carmen Lucía, Jorge, Diógenes, Silas, Lucinda, Carlitos, Tomas, Verónica y Deborah. Aquí hay sitio para todo tipo de nombres hasta para los estereotípicos nombres de las criadas Janaína y Zezé

Lo que no entiendo es donde cabe el montaje del tema principal de la novela. No me cuadra el bailoteo de discoteca todavía. La novela no lleva un mes de transmisión acá. Puede ser que ese misterio se aclare más adelante.

No le quiero arruinar el placer de la trama a nadie, por eso voy a grandes rasgos y más a nivel técnico-afectivo que otra cosa. La novela no es perfecta, pero es tan buena o mejor que las que ocupan los horarios estelares de Telemundo y, porque no, de Univisión. Me atrevo a decir que no se transmite de noche porque sus estrellas quizás no hablan el mejor español y no pueden integrarse instantáneamente a la generatriz novelera de Telemundo NBC. A pesar de a relación coproductora con TV Globo, cada cual defiende lo suyo. Es el clásico caso de juntos, pero no revueltos.

Más allá de la pantalla, la Avenida Brasil impacta porque más que una arterial urbana tradicional es un expreso, como decimos en Puerto Rico. Traspasa Rio de Janeiro hasta llegar a las afueras de  la cuidad a un casco urbano estilo Río Piedras con algo así como un Paseo De Diego. En la novela a eso se le llama suburbio. Y el suburbio en cuestión se llama de Divino, pero para mí es puro Rio Piedras con paradas de guagua, talleres de carros y cafetines. Por ahí pasan todo tipo de personas y experiencias de vida. Me acordó mucho al Expreso Baldorioty de Castro en Puerto Rico aunque ese vaya rumbo a Santurce y Carolina, no a Rio Piedras. Antes era una avenida, y ahora con supuestas mejoras, elevados y más carriles es un expreso. Por ese expreso pasan día a día ataponados miles de puertorriqueños camino a sus trabajos, escuelas y casas. Amén de los que van a los centros comerciales. Transitan por ahí, carros de todas clases, guaguas públicas, pisa y corres. Se ven condominios lujosos, caseríos, hoteles, oficinas, la laguna y el aeropuerto internacional. Se pasa de una vida a otra, incluso de una isla, un país y un continente a otro por ese expreso. Por ahí se nos va la vida todos los días. Treinta mil puertorriqueños abandonan la isla cada año de acuerdo con las estadísticas más recientes. Es más, en el 2013 se fueron cuarenticinco mil para un total de cientocuarenticuatro mil en los pasados tres años. El colapso económico de la isla ha contribuido al colapso de la seguridad y las estructuras sociales más básicas y no es que las cosas estuviesen ultra estables para comenzar antes del 2008.

Es triste que una novela que sirve para entretener traiga tristeza y nos traiga interrogantes como si los niños y los ancianos de Puerto Rico acabarán en algunos casos abandonados en basureros viviendo de lo que otros desechan como en la novela. Me hace pensar que podemos hacer todos para evitar un mayor colapso y mayor pobreza. La pobreza de espíritu y de bolsillo nos ahoga muchas veces. ¿Cómo saldremos a flote? Se podrá salir a flote? PR debe 70 billones en el mercado de bonos. 1.26 de ellos son pagaderos en  junio de este año. Como país andamos en negación. ¿Cómo no hemos visto consecuencias mayores hasta ahora, pensamos quizás que lo de la deuda es una ficción novelera. No lo es. Nuestra novela es una hoja de balance en la que la verdad y la fantasía no cuadran. Aquí diferimos de Avenida Brasil en que el locutor de nuestra historia no va al unísono con el desempeño natural de los números. La incredulidad aquí es mortal. No hay alivio emocional que valga sino pateamos la impotencia tal golazo de Tifón en Avenida Brasil. Con eso hagamos de la desesperanza una historia de ficción desechada y con la acción de nuestro lado hagamos la reinvención de nuestro país la verdadera historia de redención digna de una novela.


lunes, 20 de enero de 2014

No fue Chispita, fue Lucero

Lucero, Lucero, Lucerito, la novia de América para la generación ochentona, nos ha dejado boquiabiertos. Salieron a la luz unas fotos  de su safari familiar que no son nada aptas para la audiencia familiar o telenovelera. Es más, un reality loco de NatGeo era más o menos a lo que me recordaron las fotos. Imagínense un programa titulado  "Mis Vacaciones Cazamenteras." Lo triste del desenlace del pirateo de las imágenes es que se desbarató en añicos chiquititos la imagen de Lucero. Sabíamos que no era perfecta, ya hacía de villana y era divorciada. De igual forma, sabíamos que es celosa con sus hijos y no los anda fotografiando para la prensa. La artista es ella, sus hijos son niños. Ya decidirán si el artistaje es para ellos. Partiendo de eso, ¿cómo rayos los deja tomarse fotos con armas de fuego? Digo, a lo mejor eso no es nada para ella. Es parte de su vida privada. Se confiaba en que nadie vería como vacaciona. En este mundo la vida ajena tiene amplio valor monetario, se ha vuelto una comodidad tangible. Las vivencias se han reducidos a código binario, pixeles y mp3s. Se compran y se venden como pan en el supermercado y se desechan como papel sanitario inodoro abajo cuando aparecen otras con que comerciar.

Este comercio, piratero y paparazzero en muchos casos, rompe la ilusión que es muchas veces es un artista. Su imagen pública puede o no concordar con su vida privada, eso lo podemos esperar. La cosa es porque tenemos la obsesión de saber si predican o no la moral en ropa interior. En el caso de Lucero, la conocemos por su imagen de bienhechora de los niños del Teletón, modelo de Olay/Pantene y eterna estrella de Televisa. Despuntó como Chispita en la telenovela de Televisa del mismo nombre. Tenía unas trenzas súper largas para esa época. Más tarde le arreglaron la nariz, la lanzaron como actriz y cantante juvenil. Hizo varias películas con Pedro Fernández. Pasó a dama joven y protagonista de telenovelas a la par que cantaba. Se casa con Mijares, pare y sigue en ascenso. Su reinvención como villana la manda a la estratósfera telenovera de nuevo en medio del divorcio y novierismo con el ahora cazador. Nada le había puesto traba hasta ahora.

Le piratearon las fotos y salieron en una publicación miamense dedicada a las celebridades hispanas. Se detuvo el ascenso de Lucero, ni el nombre de estrella brillante le arrojó luz. Se le oscureció el panorama. Lo que se ve en las fotos difiere de la protectora de la infancia empobrecida y minusválida de América. Era una mujer auspiciando el cruel asesinato de animales en su propio hábitat. Y no cualquiera puede irse de safari. Este es un hábitat que se invade con fines comerciales, donde solo los más ricos tienen acceso. Persiguen el animal, lo tirotean y para completar se toman fotos con el cadáver alardeando como si hubiesen hecho la gran gesta y fueran héroes. Si Lucero apretó el gatillo o no, es irrelevante. Fue participe plena del show sangriento, solo con aparecer en las fotos da su aprobación. Para completar sus hijos salen en fotos con las armas presuntamentes utilizadas en la cacería. Eso no pinta bien para el que crea que los niños no deben usar armas. Ella se escuda en decir que había expertos presentes para enseñarles a usarlas con seguridad. ¿Seguridad de qué? ¿Qué hay de madurez y licenciatura de armas? Las armas no son juguetes y los animales no son trofeos ni para los ricos ni para nadie.

¿Qué otra cosa nos sugiere este incidente? La afluencia todo lo trata de justificar y simplificar con peritaje y no con amor. No hubo amor a la fauna y deseo de decir no a los juegos bélicos. Lucero aquí nos quiso decir que sabe lo que hace. Y que no encuentra nada malo con cazar y exponer sus hijos a eso. 

Ese disfrute le costó su participación en Viña del Mar este año. El ambiente estaba tan caldeado que se autoretiró a través de un comunicado de prensa del festival dónde estaría seis días como juez. Se está enfriando hasta que se apague el fuego de justicia que las acciones infraganti despertaron en el público. Y vaya usted a saber cuánto dinero en contratos y auspiciadores perdió por esa cancelación. La alcaldesa de Viña del Mar se mostró parca en sus declaraciones. Hasta se veía agradecida de que la artista le evitara el escándalo al Festival.

Uno se pregunta si Lucero quiso mas el cache del Festival de Viña del Mar que a los propios animales, pues no se ha disculpado por nada. Ni siquiera por hipocresía. Eso lo aplaudo porque odio la hipocresía y no voy en esas lides.  A fin de  cuentas, quizás pensó que el público nunca dejó de tomar su niñez como punto de partida, siendo ya una mujer cuarentona. Pensó que la veían como su  nieta, hija, nieta, hermana, prima, amiga, rival y novia de fantasia. Todo porque fue Chispita aunque la de del chispoteo definitivamente fue Lucero. 


lunes, 13 de enero de 2014

La Verdadera Zulianita era Mi Adorable Monica

En el 1990 debuto a través de Venevisión en casi toda América una modernización de La Zulianita con una protagonista rubia y mucha más maldad e intriga que lo que los escritores de La Zulianita le hubiesen podido encasquetar a la pobre Lupita Ferrer en el año setentipico. Le pusieron Mi Adorable Mónica a este culebrón. A pesar de los llantenes y eventual endurecimiento de la protagonista, la moral de la historia era que la mujer del interior venezolano tenía la estirpe para triunfar en la gran capital tiburonesca de Caracas. El tema se transfería a todas la mujeres de nuestra América que iban del campo al pueblo y del pueblo a la cuidad para buscar suerte. Casi ninguna encontraba el dechado de virtudes masculino y la vida de millonaria de las novelas, pero al menos con algo se entretenía: con el reconocimiento de que su sulplicio existe y que este hace patria en la gran urbe. Sin las maños campesinas no hay urbe...y sin urbe, no hay poblado, solo hay campo y con campo no hay novela.

 Ahora, imagínense esta historia de forma verídica Llamaremos a nuestra protagonista Mónica también. Es maracucha, zulianita que por decisión familiar en algún momento de su adolescencia llega a la tierra de Mickey Mouse: Orlando, Florida. No sabemos cuando pasa eso. Y no nos importa, son detalles íntimos del su trasfondo. Ella vive anónimamente, estudia arte dramático en la universidad local y trabaja para una agencia de modelaje. Y esa agencia le abre las puertas a un encuentro fortuito tal y como pasa en las telenovelas.

Su agente de modelaje habla con el artífice del trabuco de los organismos organizados de la belleza mundial, el dueño del Miss Venezuela. El hombre, sin saber que esperar, le dice "OK, mándala a reunirse conmigo cuando yo esté en Miami." La muchacha tampoco sabe que esperar. Esta más concentrada en su deseo de ser actriz que otra cosa y sabe Dios si se veía o no como Miss. Porque no todo el mundo quiere ser Miss aunque pueda. Hay otras consideraciones que van más allá de la belleza física,  hay ideales y valores personales. Sin embargo, ninguno de los dos perdía nada con carearse.

En ese son se conocen el mogul de la belleza y la zuliana. Zulianita no era, con sus 5'10" de estatura, cabellera negra como el cosmos, ojos marrón como un café bien colao y sonrisa plena. La reunión se da en Mall en Miami, el Dadeland, que no es ni más tus-tus, ni el más cafre. El sitio no intimidaba. El bellezero queda convencido que Mónica es ideal para su acervo de candidatas. El sentimiento no es mutuo, al menos no inmediatamente. Coge su tiempito, pero la muchacha se despide de su familia en algún momento del 2003 y de la tierra de Mickey Mouse en pos de la aventura del Miss Venezuela 2004. Le asignan el Estado de Guárico y pa' luego es tarde.

Nuestra muchachona bella aterriza en Caracas y ahí cambia todo. Y cuando digo todo es todo, no se queda nada sin trastocarse. Se prende el gen del amor patrio entre medio de la endoctrinación e iniciación al mundo del certamen de belleza en el que solo las más fuertes sobreviven. Y más fuerte fue, no solo porque se llevo la cinta, la magnífica corona y el ramillete de flores, sino porque su esencia floreció al Venezuela mudarse a su alma permanentemente. Sus paisajes despampanantes con una flora y fauna donde hay de todo desde desiertos hasta picos nevados la habitaron. Ya no respiraba el mismo aire, le llego uno perfumado por gente cálida y orgullosa de vivir en la cuna de la libertad suramericana. Se redescubrió y se reidentificó con lo que dejó atrás hacia tanto tiempo.

Con todo y con eso, no se come el mundo en el Miss Universo 2005 en Tailandia. Hace sus burraditas al contestar par de preguntas de la prensa y la pregunta de la ronda final. Llega cuarta finalista. Ganó una rusa que pasó sin pena ni gloria. Lo importante es que Mónica cultiva como persona, no permite más que los nervios la saquen de sitio y adiós novatadas.

No se detiene y su sueño de actuar queda plasmado en varias novelas de mucho éxito en el país. Le llega el amor de su vida en Thomas. Como ella, el se había reafincado a sus raíces venezolanas. A pesar de ser un trasplante  británico, eso no lo detuvo. Su corazón latía al ritmo de Venezuela. Se casan y les llega su razón de vivir: una bebita. Le pusieron Maya, como la primera gran  cultura de las Américas.

Una Mónica mas adulta se compromete con la juventud que afronta cada día los limites que a juicio de la sociedad tienen por tener Asperger y condiciones de desarrollo cerebral. Se convierte en su amiga, embajadora y fiel luchadora.

Venezuela se estremece durante este tiempo. Los males sociales del bandidaje, secuestro, asaltos y la violencia organizada se esparcen sobre el país, arropándolo en la sangre de su prole. Mónica no es inmune y la asaltan media docena de veces. Su familia en el exterior  le hace un llamado a la cordura. Le piden que se vaya del país y busque mayor seguridad.

Quizás por eso busca horizontes en el exterior y le  llega el chance de protagonizar telenovelas en Colombia y en Miami y se va. Deja a Venezuela, pero Venezuela no la deja a ella. Vive brevemente en Francia antes de trabajar en Miami. Se despoja de su larguísima cabellera y se entrega a aprender a vivir como parisina junto a su hija. Sueña con realizarse en el cine francés.

Medio separada de su esposo, pero siempre con él en el corazón y viéndose de vez en cuando fluye su vida en armonía. Pero su paz interna no era plena. Tenía que salir de algo más.  Mónica decide destetarse del falso brillo de la Capital del Sol. El glamur y el figureo artístico no la llenan y la hacen aferrarse más a su Venezuela.
No hay ruego familiar que valga. El gen del amor patrio la empata permanentemente al país  junto a su esposo que se siente exactamente igual. Incluso, Thomas ha sobrevivido la híper violencia. Con todo y con eso él se arroja con entrega a propulsar el ecoturismo aventurero a todos los puntos de éxtasis  natural que ofrece el país. En ese marco desean criar su hija. Hacen patria sin pregonarlo, ni proponérselo. Quieren que el mundo y Venezuela se descubran mutuamente en un marco de verdadero amor por la naturaleza y el prójimo. No se sabe como figuraba la inseguridad endémica en  todo esto. Creo que con la fe en lo mejor del ser humano y que la maldad se puede vencer haciéndole frente con el mero de estar presente y no doblegar sus planes ante los horrores.

Así parten los tres a pasar la Navidad a lo venezolano, explorando y absorbiendo la bondad de los paisajes y la pureza de sus aguas. Les cae una maldita sorpresa el Día de Reyes, Día de la Epifanía de Nuestro Señor Jesucristo. En este sacrosanto día en que la sabiduría de los reyes mortales se doblego ante el Rey de Reyes, la maldad no se toma el día libre y desata su coraje contra Mónica y familia a través de un esquema de crimen organizado en la autopista  de Valencia-Puerto Cabello. Como en los tiempos de los cuatreros del viejo oeste norteamericano, los acribillan tal como le hacían    a los que les averiaban las diligencias a adrede. Así, a  lo tierra de nadie nos arrebatan a Mónica con tanto que dar y poco que codiciar que no fuera amar su familia y su tierra. Thomas también cae. Se salva Maya. Con 5 añitos y una bala en la pierna, ahora se dispone a caminar como hija de la generación que no tiene de otra que no sea hacer un nuevo mundo, una nueva América libre de violencia. Nuestra generación les ha fallado garrafalmente. Hay demasiados corazones rotos, familias separadas y muertes a destiempo. No dejemos que eso nos detenga. De esa rabia y de ese dolor algo se nos  tiene que ocurrir. Mientras tanto,  mas que un aplauso le doy un hasta siempre  a Mónica Spear que con sus defectos y virtudes era adorable mas allá de su dulzura y belleza. Era adorable porque tenía la capacidad de adorar un país y discapacitados que a simple vista se podrían dar por causas perdidas. Zulianita, te extrañamos.