sábado, 21 de febrero de 2015

De Cara al OSCAR con Birdman o la Inesperada Virtud de la Ignorancia

La encarnación cinematográfica de “Birdman” dirigida por Alejandro González Iñarritú (Fox Searchlight Pictures, 2014) es como nunca te la imaginaste. No sabes si estás ante un megalómano en pleno ataque psicosis esquizofrénica o ante un semidiós. Fuera quedaron los colores pastel de la serie animada de los años sesenta donde el súper héroe era la figura principal y Ray, su alter ego pasó a un segundo plano en el momento que el dios egipcio Ra, le confirió los poderes del sol. Es más “Birdman” hasta trabajo a tiempo completo tenía en una agencia secreta del gobierno en la serie animada. El jefe era un halcón azul. Allí se encargaba de luchar contra el villano del día y problema resuelto. Su único inconveniente era mantener las baterías bien cargadas. Sólo bastaba con que “Birdman” volara  hacia el sol para recargar sus energías y el bien vencería. La relación entre Ray y “Birdman” no era nada complicada. Simple y llanamente cada cuál sabía que “Birdman” era el paladín de la justicia. Ray dejó de importar el día que “Birdman” llegó a su vida. No tenía familia ni otros quehaceres que lo ataran a la vida cotidiana. Ray no tenía nada que sopesar en contra de “Birdman” o favor de su persona, aparentemente. Él aceptó el llamado de “Birdman” con gran altruismo y no se habló más del caso. No es todos los días que el dios Ra le otorga poderes a cualquier mortal. ¿O no?

Ese no es el caso de “Riggan Thomson” protagonista de la película que nos trae aquí hoy. Interpretado en constante agonía por Michael Keaton, “Riggan” se niega a cederle las riendas a “Birdman,” a quien interpretó en el cine tres veces con gran éxito en la década de los noventa. “Riggan” busca su relevancia como actor y ser humano lejos de “Birdman.” “Birdman” se rehúsa desde la primera escena del filme. A todo le pone queja, todo lo critica, todo lo rechaza, todo está por debajo de sus expectativas y grandeza. A “Riggan” no le importa. El desea dejar el rechazo de su hija, la crítica, la industria cinematográfica, la fanaticada, su exmujer y su novia por el teatro. Quiere re-encontrarse con el motivo que lo lanzó a su carrera como actor al readaptar una novela de Raymond Carver al teatro neoyorquino de Broadway. Por ese reencuentro lo arriesga todo. No hay nada que valga más que ese re-encuentro porque de él depende su amor propio, su valía ante el mundo y separación final de “Birdman.”

“Riggan” calcula todos sus riesgos pero no los desafíos que “Birdman” le lanza todo el tiempo. Este “Birdman” es ronco, de plumaje oscuro, rostro oscuro, malicia y ego gigantesco. No puede ser un héroe a menos que lo absorba todo. El cine  no es su único reino. Se niega a  ser fantasía. De ahí nace nuestra disyuntiva como cinéfilos. ¿Será “Riggan” un semidiós como el “Birdman” de la serie animada o un loco trastornado por la fama?   

Michael Keaton es tan convincente en este papel que nos deja dudando. Sobre todo en el desenlace de la historia. Trae la rigidez heroica del “Batman” que interpretó en la época que “Riggan” fue “Birdman;” el desenfreno de “Beetlejuice;” la ingenuidad de “Mr. Mom;” y el deseo de readaptarse de “Multiplicity.” En otras palabras, el protagonista trajo su bagaje actoral a este personaje de improviso. Se rodea de un histérico y más delgado Zach Galafinakis como su abogado/representante artístico, Amy Ryan como su pasiva-agresiva exmujer, Emma Stone como su recién rehabilitada hija, Naomi Watts como la vulnerable co-protagonista de la obra teatral, Andrea Risenborough como su novia desengañada/coprotagonista teatral y Edward Norton como su contrafigura teatral. El elenco vive encerrado en el entorno del teatro St. James y un bar aldeaño. Raras veces salen de ahí. Su mundo es casi enclaustrado. Viven ignorando el mundo exterior. Si no se los dice el New York Times, no se los dice nadie. Es por eso es que la película exalta la inesperada virtud de la ignorancia en su subtítulo (“Birdman or The Unexpected Virtue of Ignorance). La única ventana al mundo es su hija que exalta las virtudes Youtube y las redes sociales, casi cayendo en oídos sordos.

El resto se cree que al ser actores de gran calibre o al estar asociados a ese mundo poseen una gran sabiduría, cuando en realidad sólo conocen sus mayores inseguridades. En el único lugar dónde no las padecen es sobre las tablas. Allí no están solos. El aplauso los acompaña en la obscuridad del teatro dónde el amor viene de fuentes anónimas, pero devotas hasta que llegue la próxima sensación teatral y se reinicie el nuevo ciclo de dolor para los actores.

Esperemos que el ciclo para los actores de “Birdman” y el director no cierre así en la ceremonia del OSCAR 2015. Que le traiga los 9 galardones a los que ha sido nominado para que el dolor que retrata la película valga sonrisas




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