El punto de partida de “La
Querida del Centauro” es una de las consecuencias del narcotráfico: la
cárcel. No es la típica historia del
pobre que no le queda de otra que meterse al trasiego de drogas para salir
adelante y en transcurso de su ascenso en este mundo se hace de enemigos en el
narco y en la policía. Aquí la persecución existe, pero es de otra índole.
Dista mucho del juego de narco-bandos y justicieros que hemos visto en las
Súper Series de Telemundo. En ésta la persecución comienza dentro de la
familia. La familia es el primer enemigo, el que obliga al escape al mundo del
narco.
Ese el caso de “Yolanda Acosta,”
(Ludwika Paleta) la protagonista de esta historia. Su madre, “Mariela,” (Carmen
Madrid) es una ser despreciable que no solo es maltratante, sino proxeneta. La
joven regresa a su casa embaraza y luego va a trabajar con “El Perro” en el
mundo de la droga. Al caer presa, su madre se roba el dinero que “El Perro,” le
debe a “Yolanda.” Al “Yolanda” escaparse de la cárcel su madre la acusa con la
policía y va a parar al penal de máxima seguridad donde conoce al Capo Mayor,
“El Centauro” (Humberto Zurita). Ella traza la ruta de escape a través de
peligroso pabellón del sur controlado por otro narco, “El Cirujano.” “Yolanda”
desea regresar a casa para cuidar a su hija “Cristina,” quien ya es adolescente
pues teme que su madre ande con ganas ya de venderla y su hija peligre. “El
Centauro” escapa pero deja a “Yolanda” atrás. Ahora trama sacar a su amada por
la vía legal del penal. Así están las cosas en esta coproducción de Teleset,
Sony Pictures Television y Telemundo rodada en México.
No olvidemos que hay una historia
policial en pleno desarrollo a manos de los investigadores “Gerardo Duarte” (Michel
Brown) y “Bianchini” (Ricardo Polanco). Ellos le hacen frente a la organización
del “Centauro.” “Duarte,” incluso tiene una deuda de sangre con el “Centauro,”
pues su hermano murió investigándolo.
Y no puede faltar el colombiano
arrechado en esta historia con “El Paisa.” Justo cuando pensábamos que habría
menos estereotipos en esta Súper Serie, tienen que poner el colombiano maldito.
Ahora bien, Ludwika Paleta como
“Yolanda Acosta” ha roto el cajón donde la tenían estereotipada. La niñita
molestosa de “Carrusel” ya no se esconde detrás de la estrella sufrida
fabricada en Televisa. Esta es una Ludwika que yo no me imaginaba. Tiene una
seriedad, fuerza, coraje, rabia y pie de lucha que jamás pudo mostrar en una
telenovela rosa. Ahora, la ternura nunca la pierde. Sabe balancear la vulnerabilidad
y la fortaleza física.
Ya habíamos visto a Humberto
Zurita como el narco paternalista y traicionero en “La Reina de Sur.” Aquí es
un romántico empedernido a pesar de toda su maldad. Aún es muy temprano en la
historia para saber si “Duarte” y “Yolanda” tendrán algo que ver más allá de
que él la haya salvado del “Paisa” luego de la escapada del “Centauro.” Hay que
estar atentos a ver si un buen samaritano vale más que un centauro. Y más
cuando este puede ayudarla con la situación de su hija. Cosa que quizás el “Centauro”
no pueda hacer más allá de lo material.
Como pueden ver, “La Querida del
Centauro” es única por presentar la vorágine del narcotráfico desde la soledad
del encarcelamiento. El hacinamiento solo enfatiza la carencia y el
ensimismamiento. Esos son los peores consejeros del ser humano y los que impulsan
los actos más desesperados. Se confunde la atención con las necesidades
básicas. En esta obscuridad cualquier pedacito de piedad, aunque sea apócrifa,
es lo más preciado. Las lealtades se confunden y se forma una realidad alterna
a la libre comunidad donde todo se mide en intercambio de favores y
comodidades. Pero nada equivale a la libertad y se dan cuenta muy tarde. Dentro
de esa vida de realizaciones tardías solo uno mismo se puede salvar, pero nadie
se da cuenta. Más que el amor propio puede resolver esas carencias. Y “Yolanda”
es buena candidata para encontrarse con ese cariño antes de su reencuentro con “El
Centauro.” Eso vale más que ser la querida de nadie.