El pasado jueves santo se llenó
el cielo de luminarias desde las tempranas horas de la madrugada. El primero en
llegar fue José Luis Feliciano Vega, mejor conocido por Cheo. La bendición de
Cheo fue su aterciopelada voz que lo mismo podía interpretar una salsa bien
afincada en una clave sabrosa que un bolero meloso o un sin improvisado para
animar al público presente. La vida de Cheo pudo haber sido una telenovela.
Nació en uno de los barrios más bravos de Ponce, Puerto Rico: La Cantera; en la
156 de la Calle Guadalupe. Fue hijo de un carpintero que aunque pobre, cultivó
el amor por la salsa en su hijo. Desde pequeño perteneció al Combo de las Latas
en Ponce. En su adolescencia la familia Feliciano Vega partió hacia Nueva York
donde enfrentaron el racismo por ser negros y puertorriqueños, pero echaron
pa´lante. Cheo se graduó de la escuela superior siempre destacándose en la
música. Pasó a ser bandboy del gran Tito Rodríguez. Se auto adicionó con Tito y
arrancó como cantante. El 5 de octubre de 1957 debutó como profesional con el
sexteto de Joe Cuba y se casó con su novia de la adolescencia, Socorro “Cocó”
Prieto, a quién rondaba desde que ella tenía 15 años y el 19. Para fines de los
sesenta no le iba tan bien a Cheo era un heroinómano total. Su carrera colapsó
y regresó a Puerto Rico para rehabilitarse en el Hogar Crea. Allí permaneció
por 2 años. Cocó jamás lo abandonó. Tuvieron 3 hijos y una hija. Al regresar de
su hiato vino más fuerte que nunca con temas salseros y de bolero que calaron
profundo por su contenido no solo rítmico sino social. Se convirtió en una
estrella de la Fania y en un solista independiente que hasta a Cuba fue por
cuenta propia a grabar con los maestros salseros de allá. Luchó recientemente
contra el cáncer de hígado e iba en las de ganar. En los últimos tiempos fue un
Salsa Giant junto a otras leyendas. Un
accidente vehicular se lo llevó antes de terminar su gira e integrarse a otra
con Gilberto Santa Rosa y Víctor Manuelle.
Su voz y su talento serán
recordados y vivirán a través de sus grabaciones. Sin embargo, lo que más sobre salió de Cheo fue que no se
amargó ante las adversidades de la vida. Fue humilde y a todos llamó “¡Familia!”
Tres sílabas llenas de efusividad a todos hacían sentir cómodos y en confianza.
Más que un artista era un hombre que sabía aglutinar al pueblo en pos del amor
a la música.
Para la hora de almuerzo, supimos
de la muerte de Gabriel García Márquez, padre del realismo mágico y ganador del
Premio Nobel de la Literatura en 1982. Sus novelas eran poco en comparación con su vida.
Esa también pudo haber sido llevada a la televisión a través de las
telenovelas. Fue periodista y desarrolló convicciones de extrema izquierda,
afiliándose al régimen cubano de Fidel Castro. Se rumora que fue su embajador secreto
ante varios Presidentes estadounidenses y las Naciones Unidas. Vivió en México por más de tres décadas y sus
cenizas han de ser dividas entre ese país y su patria: Colombia. No se equivoquen
no era un hombre de lealtades divididas, sino de tanto amor que se tenía que
dividir para poder satisfacer el deseo que tantos tienen de devolverle ese
cariño tan sincero.
Para la cena, llegó la noticia
del deceso de cáncer de la precursora de las protagonistas de novela de hoy en
día: Mayra Alejandra. Despuntó a los dieciséis
años en Radio Caracas Televisión y poco a poco se diseminan sus melodramas en Latino
América. La más célebre de sus protagonizaciones fue “Leonela.” Si me preguntan
a mí, disfruté más de “Amada Mía.” Su actuación fue desgarradora. Al final
Franklin Virgüez bota de la casa al personaje de Mayra y ella deambula por las
calles. Él se queda de padre soltero con el niñito de ambos. Es incapaz de
perdonar las infidelidades de Amada. El machismo latinoamericano quedó tan
claramente presentado en esa novela de 1981 que retumbaba cuando lo vi en 1988
como si fuera nuevo. Me pregunto cómo lo veríamos hoy. ¿Dónde estarán esos
clásicos de Radio Caracas Televisión?
Volviendo al tema de Mayra
Alejandra, fue de las primeras protagonistas de telenovelas en
internacionalizarse desde Venezuela. No tuvo que salir de su país para darse a
conocer. Sus novelas tocaron temas más allá de los rosas. Sentó pautas del glamur y de cómo se conducía
una estrella de novelas. Fue la precursora de Jeanette Rodríguez, Catherine
Fullop y Sonya Smith. También contemporánea de Caridad Canelón y Gigi Zancheta.
A Mayra también la recordaremos por su entrega como madre de Aarón Salvador,
fruto de su relación con el actor mexicano Salvador Pineda. Su relación falló,
más no su rol de madre. Ahí sí que se consagró más allá de las novelas y bajó
su tren de trabajo para criar su hijo.
Y ya para hora de dormir, el
cáncer le arrebató la madre a Chayanne, cantante y actor. Aunque hace un
tiempito ha estado más dedicado a su familia que a los escenarios, Chayanne ha
protagonizado novelas en Puerto Rico, Argentina, Miami y México. También ha
interpretado temas para novelas. “Amorcito, Corazón” ha sido el tema más
reciente que ha cantado.
En síntesis, el Caribe estuvo de
luto el jueves santo. Estas muertes en un solo día pudieron ser como el relato
de una telenovela, pero fueron ciertas.
Prueba de que la realidad es muchas veces más cruel que cualquier trama.
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