lunes, 10 de febrero de 2014

La Mujer Sin Edad

Imagínese usted si muchos en su entorno muy solapadamente les diera con que usted se retirara de su trabajo como oficinista, por poner un ejemplo, por el mero hecho de que usted comenzó su carrera en los tiempos de las maquinillas, las procesadoras de palabras, IBM 286 con Word Star o Word Perfect, los TELEX, el Fax y los mensajeros en motora. Le dicen esto no en su cara sino a través de comentarios en el internet en artículos que se escriben sobre su desempeño profesional y chismes en las redes sociales. Esta gente se dedican a decirle dinosaurio, vieja ridícula y que se retire con dignidad habiendo gente más joven que pueden hacer su trabajo. “¡Qué clase de pantalones!”, diría usted. Y bien dicho porque usted no llega ni someramente a la edad de retiro. Y aunque llegara a la edad de retiro o más allá. ¿Qué? Esos no son asuntos de ellos.  Usted se ha despellejado trabajando para alcanzar sus metas profesionales por décadas ante viento, marea, discrimen, criando muchachos y desafiando al diario vivir.

Puede ser que usted no se vea tan tiposa como cuando tenía sus vientipico o sus treintipico de años. Eso pudiera ser irrelevante. Digamos que usted hace buen uso de los recursos que tiene a su disposición y algo más. La tecnología dermatológica y estética ha avanzado muchísimo de los noventa para acá. Entre el Botox, el Juvederm, los peels y otros procedimientos ambulatorios, rejuvenecerse el rostro sin verse acartonada es accesible a muchos bolsillos gracias a las tarjetas de crédito, planes de pago, ofertas y ahorros de muchas damas que le tienen miedo al bisturí, a verse artificialmente estiradas y al proceso de recuperación. Para el cuerpo están las dietas estrictas, los regímenes de ejercicios quasi-militares y las mil y una variantes de la liposucción. Tampoco nos podemos olvidar de los implantes de senos y nalgas. Así como los levantamientos de cualquier parte del cuerpo afligida por la gravedad. Los dientes tampoco se escapan de su recapeadita literalmente cuando comienzan a perder el lustre y a desgastarse. Afortunadamente, los préstamos, ahorros y tarjetazos también se prestan para los procedimientos invasivos y dentales.

 Como punto de partida para todo eso está la buena genética física y mental, la constante preparación profesional, el buen gusto, el profesionalismo, la sagacidad, la inteligencia y sobretodo la astucia que solo el pasar de los años puede depositar en la personalidad de una. El éxito obtenido a través de una trayectoria que de seguro ha tenido aciertos, sin sabores, guerras, treguas y cierta paz toma tiempo. No se cronometra en los paréntesis de la era del internet necesariamente. Hay que escalar los peldaños de la carrera para mantenerse. El mantenerse conlleva por lo general más estrategia que el comenzar. Ahí está el secreto. Hay que hilar del bueno y echar cachaza para soportar cada cosa. Dentro de la categoría de cada cosa, el acoso en las redes sociales y el internet no se vale. Es más sucio, más cobarde e inhumano. Nos reduce a operadores de ordenadores que despepitan veneno sin ver a la cara a la otra persona, sin conocerle en muchísimas ocasiones.

Esto le pasa a muchas de nuestras estrellas de telenovelas. Las que ya no son damitas tan jóvenes.  La crueldad se desborda. Las alfombras rojas se utilizan como excusa para criticar a estas artistas. Los comentaristas de chismes y modas se lucen arrastrando como mapo de barra el look de la actriz. Por más buena presencia y simpatía que tenga ella, limpian el piso con ella como si valiera menos que nada. Comentan que se debe tapar porque su época de destape ya pasó. Si aparece tapada, le dicen momia. Palo si boga y palo si no boga.

Se olvidan que el trabajo de esa actriz es estar al día con todas las tendencias de la moda, el maquillaje, el cabello y la estética. Se deben al público. Quieren verse bien para deslumbrarlos y presumirles cariño en esa noche tan especial. Sus fanáticos incondicionales conocen su personalidad y gustos. No encuentran nada malo con que ella quiera verse fashion. Algunos criticarán su estrella por creerse que tiene quince años. ¿Pero, no es ese el punto de ser estrella de telenovela? Su misión es desafiar los límites de nuestra realidad trillada y traernos glamur. El glamur no tiene edad y por eso ella tiene que verse sin edad. Tiene que ser mujer de madurez perfecta balanceando la sensualidad con el caché y la maternidad con el placer. A eso no se le puede asignar  edad sino femineidad bien puesta. Eso no es nada más y nada menos que sentirse bien con el gusto de uno y con el físico de uno de tal manera que lo expresa con su look haciéndole o no caso al batallón de belleza que tiene en su arsenal de armas profesionales. Y esa expresión sin gritos retumba más que las críticas contagiosas de los supuestos expertos de la televisión. Eso dice estoy aquí porque me quieren aquí. Me invitaron porque soy relevante en el ambiente novelero, porque mis caracterizaciones tienen trayectoria valiosa y por ello soy bien valorada. Noche a noche, capítulo a capítulo me he ganado el derecho a que me acepten como soy. Esa es mi dignidad y no la voy a negociar con nadie. Gústele a quien le guste y duélale a quien le duela.


Ahora que se acercan los Premios Lo Nuestro y los Latin Billboards, recordemos no dejarnos llevar por los fashionistas y chismólogos que le hacen comités de odio las maduritas. Salgámonos de la fila de los quejariñosos y abramos una nueva para los cariñosos. Ahora, sin lamber ojos. Somos gente inteligente. No tenemos que aplaudirlas como focas tampoco. Comprometámonos con la solidaridad a la dignidad humana. Use su propio criterio. Trate de ver a su artista como una obrera más que está haciendo lo mejor que puede para mantenerse trabajando en un ambiente leonino. Al fin y al cabo eso nos pasa a usted y a mí: a ella ante las cámaras y a usted y yo más allá del resplandor del televisor.  

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