Las cofradías defienden todo lo
moral y sacrosanto que representan las imágenes de los Santos Católicos, sus
ceremonias y peregrinaciones. Los devotos se encargan de preparar todo para los
días de las conmemoraciones especiales. Son un ejército de la fe que hace sus
votos laicos en defensa de la bondad, humildad, paz y la fe Cristiana. Con una
jerarquía basada en la disciplina y obediencia, según sus miembros van probando
su valía van ascendiendo y mejorando su posición dentro de la organización. No
van a ganar nada material, pero sí en lo espiritual y lo personal aunque el ego
no debe ser primordial. Agradar a Dios y subir de posición para guiar a otros,
debe ser el objetivo principal.
Hay organizaciones que operan
justo al inverso de la cofradía. Las vemos todos los días en nuestras telenovelas.
Y estas historias están dos puestas y dos puestas con la partida de La Reina
del Sur y El Patrón del Mal, que terminaron su segunda retransmisión la semana
pasada. Ahora nos llegarán Camelia: La Texana y La Viuda Negra. Antes de fin de
año llega la segunda temporada del Señor de los Cielos. Todas estas historias
basadas en hechos verídicos vienen repletas de cofradías donde los miembros al
probar su valía traicionan los más altos valores del ser humano. Las virtudes y
los valores pasan desapercibidos y lo único que vale es lo que se puede ver y
contar. En otras palabras, el dinero es lo que más vale, más que la vida misma.
Todo se vale siempre y cuando la mercancía llegue a su destino y el dinero
intercambie manos. El que se meta en el camino lo sacan a como dé lugar, vivo o
muerto. La ley del silencio es la única ley que se respeta porque para al menos
mantenerse, si es que uno no puede ascender, en las filas del narcotráfico hay
que saber callar. Aprender a seguir instrucciones, llevarlas a cabo, ver el
horror, y seguir por ahí calladito es la obligación del empleado. Véase uno más
bonito calladito o no. Quizás las cofradías tengan sus ritos secretos, pero
vemos que por lo general sus frutos son positivos. Los frutos de todo el
hermetismo de los narcos es un saldo estrictamente negativo.
Sin embargo, los ratings se
disparan. Nos encanta ver el mal y como el bien se impone. Lo cierto es que el
éxito de las narco novelas estriba no solo en la temática actual y los
exteriores lujosos, sino en que los actores tienen que ser convincentes en sus
interpretaciones. No están caracterizando personajes comunes y corrientes, sino
leyendas contemporáneas. Tienen que clonar el más mínimo detalle de la
personalidad de la figura que están llevando a la pantalla chica. No pueden fallar
porque el margen interpretativo está en la realidad que ha transcurrido fuera
del libreto. El libreto aquí es un producto accidental de la estela de crimen y
violencia que deja el narcotráfico a su paso. Los videos, periódicos, revistas
y grabaciones de la época ayudan a recrear el ambiente sin mucho que hacer.
No nos engañemos, hay sus
mediocres dentro del subgénero de las narconovelas. Quizás en menor grado que
en las novelas tradicionales porque aquí la belleza no es requisito. A lo mejor
por eso hay más maestros. Nos viene a la mente Andrés Parra como Pablo Emilio
Escobar Gaviria y el elencazo que compartió la trama en El Patrón del Mal. Tan
es así, que lo usaron a él como punto de partida para El Señor de los Cielos y
empatar a Sinaloa con Cali a través de Medellín. De ahí salió el tremendo de
Robinson Díaz robándose la novela con su personaje del Cabo. Esos son personajes imborrables en la psiquis
del público y esperemos no los encasillen para que sigan aportando al género
con iguales bríos y probando que el más bello actor no siempre es el mejor.
En esa rama hay un posible Señor
de las Narconovelas. Le quedan bien los papeles tanto de bueno como de malo. Su
experiencia en el cine tanto en español como en inglés le da caché a su
trasfondo, pero sin eso también sería igual de excelente en sus ejecutorias.
Hablamos de Dagoberto Gama. Interpretó al Pote Galvez en La Reina del Sur, el sicario
noble que pasa se pasa de bando y el más mal padre y mal marido de todos los
narcos mexicanos en La Ruta Blanca, Homero Paz. En ambas novelas pagó por sus
crímenes por más que arreglara su vida. Ahora viene más malo que nunca en
Camelia: La Texana como Don Antonio Treviño a traficar heroína. Ascendió de
sicario a traficante de coca y ahora a traficante de la pero droga ilícita. Con
ese ascenso llega una narconovela de sesenta capítulos filmada totalmente con
técnicas de cine digital.
Y no nos olvidemos de Camelia,
esta vez Sara Maldonado se hace narcotraficante luego de interpretar a una
agente de la DEA en La Reina del Sur. Veremos a ver como se desempeña en su rol
de villana accidental. Las comparaciones con Kate del Castillo en La Reina del
Sur y quizás con Ana Serradilla en la Vuida Negra no se harán esperar. Ojalá no
se tuviera que comparar su labor con la de otras mujeres dentro del género. No
sigamos creando tanto odio y rivalidades entre las mujeres y menos el innecesario.
Más bien lo ideal sería si se pensara en ver las ejecutorias pasadas de Sara
Maldonado y nada más.
Y dicho todo esto, ¿no les dan
ganas de que el inolvidable Cristian Tappan mejor conocido por Gonzalo Gaviria
en El Patrón del Mal y Willie Rangel en La Reina del Sur aparezca en esta
narconovela para que se dispute el título de Señor de las Narconovelas de tú a
tú con Dagoberto Gama? ¿O tendremos que esperar a un enfrentamiento futuro? Sólo
así podremos encontrar al Indiscutible Señor de las Narcovelas. De igual forma aún no se ha seleccionado a la portadora del cetro Señorita Narconovela. El jurado aún anda suelto y mientras no se ponga odioso o mande a hacer una vuelta, aquí estaremos pendientes a la decisión.
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